Xoloitzcuintle

El Xoloitzcuintle, criatura ancestral de piel desnuda y mirada penetrante, es un puente entre el mundo tangible y el misterio del Mictlán, el inframundo azteca. Su nombre, tejido con las raíces náhuatl Xólotl (dios de la transformación y la muerte) e itzcuintli (perro), lo define no como una simple mascota, sino como un guardián sagrado. Para los mexicas, este "perro pelón" era un ser liminal: compañero de vivos y psicopompo de muertos. Creían que, al fallecer, el alma debía cruzar un río turbulento en su viaje al más allá, y solo el Xoloitzcuintle, con su lealtad inquebrantable, podía guiarla entre las sombras. Por ello, se enterraba a estos canes junto a sus dueños, sellando un pacto eterno de protección.

El kanji en la espalda, Shinu (muerte) no es un augurio siniestro, sino un recordatorio de su misión divina.